Vale aclarar antes de comenzar, que esta es una visión muy personal que no tiene por qué representar la visión de otras personas, ni espero hacer de ello una doctrina para todos mis colegas y hermanos.
Cuando decidí estudiar Psicología en 2011, lo hice con un propósito claro: quería servir a Dios desde el acompañamiento emocional en la comunidad de fe en la que participaba por ese tiempo. Tenía 17 años, era una joven que daba sus primeros pasos en una "Iglesia Evangélica".
Mi idea inicial era dedicarme a la consejería bíblica, crecer en el estudio de las Escrituras y poder ofrecer orientación desde la Palabra. Pero aunque sí me formé como psicóloga, cuando terminaba mi carrera dejé de congregarme y nunca estudié la Biblia de manera formal. Con el tiempo, el plan original fue tomando otros caminos.
Me gradué en 2017, pero en ese momento ya estaba trabajando en otra área completamente distinta, por lo tanto postergué bastante el inicio de mi ejercicio profesional. No fue sino hasta 2022 que me atreví a ofrecer consultas psicológicas online, y eso sólo ocurrió cuando ya me sentía más sana emocional y espiritualmente. Solo entonces me sentí libre para acompañar a otros.
🎯 Mi fe no es una estrategia de marketing
A pesar de que mi fe ha sido un pilar en mi vida, jamás me he sentido cómoda utilizando la etiqueta "psicóloga cristiana" en mi presentación profesional, y no porque me avergüence, todo lo contrario. Es porque la respeto demasiado como para convertirla en un argumento de venta.
Vivimos en tiempos donde la espiritualidad también puede convertirse en un producto. Y me duele ver cómo a veces se usa lo “cristiano” para generar confianza automática o diferenciarse en el mercado.
Yo no quiero eso. No quiero usar a Jesús como parte de una estrategia de posicionamiento. Mi fe es el cimiento de lo que soy, no un sello comercial.
⛪ La convicción detrás de mi decisión
Tampoco me parece correcto lucrar directamente de las necesidades espirituales de los hermanos.
En Corinto, la Biblia nos muestra cómo algunos, con gran estatus, predicaban para su propio beneficio personal. No quiero reproducir eso desde otro ángulo (y tampoco tengo ni aspiro a ese estatus). Sé que esto puede ser un tema debatible, y que hay muchas formas honestas y transparentes de servir a través de la profesión. Pero en lo personal, prefiero ser cuidadosa con esos límites.
De hecho, a veces sucede que una sesión psicológica toma un giro espiritual, y terminamos hablando del Evangelio. Cuando eso ocurre y siento que lo que se entregó fue más bien un tiempo de ministración que de terapia clínica, simplemente no la cobro. Ojo, que estas conversaciones se dan desde mi experiencia como una persona que ha pasado por lo mismo, ese testimonio es mi autoridad. Pero no soy ni consejera, ni anciana, ni pastora, ni tengo otra credencial.
La psicología es mi trabajo, y al igual que cualquier otra creyente el Evangelio es mi llamado. Y aunque a veces se cruzan en el camino, trato de ser fiel a cada uno en su lugar.
🤝 Entonces, ¿soy o no una psicóloga creyente?
Claro que lo soy. Mi fe no está escondida. Está presente en mi mirada, en mi forma de escuchar, en mi ética y compasión. Veo a cada persona como alguien creado con propósito. Creo en la posibilidad de restauración, no solo como concepto psicológico, sino como una esperanza viva en Cristo.
Pero en mi consulta no impongo mi fe, ni uso versículos como respuestas rápidas. Si la persona desea que su espiritualidad forme parte del proceso, abrimos ese espacio con respeto. Pero no lo doy por hecho, ni lo presento como un “extra” atractivo.
🌱 Ser coherente, más que “etiquetable”
Quizá algún día encuentre el lenguaje exacto para nombrar lo que hago, lo que soy, sin que suene a marketing. Pero por ahora me basta con esta convicción:
Soy una mujer que ama a Jesús y que también ama acompañar con excelencia a otros en su proceso emocional.
No necesitas compartir mi fe para trabajar conmigo. Pero si la compartes, sabrás que entiendo algunas cosas profundas sin necesidad de decirlas.
Y si alguna vez te preguntaste por qué no ves “psicóloga cristiana” en mis biografías… ahora ya lo sabes. No porque no lo sea, sino porque es demasiado importante como para usarlo como adorno, y hasta ahora, Dios no me ha llamado a ello.